Vimos un publicación de una gatita enferma, que estaba bajo un árbol junto a un paradero de micro tirada sin moverse. Fuimos por ella.

Al verla estaba con el típico “resfrío” de gato, y muy, muy delgada. Pero al levantarla vimos que su pata trasera le colgaba, estaba suelta desde la cadera.

Cuando la veterinaria la revisó, su diagnostico fue categórico: no había lesiones atribuibles a un ataque de perro, ni algo que indicara un atropello. Lo único que explicaba ese tipo de lesión era que alguien la tomó desde la pata y la arrojó con fuerza. Luego, al no poder caminar, pasó hambre, se resfrió y quedó tirada ahí sin fuerzas.
Llegamos tarde. Aguantó dos días y falleció. Al menos no lo hizo sola en la calle.
