Es habitual que nos pidan la dirección del refugio. Y para nosotros sería maravilloso poder decirla, así la gente podría traer donaciones, venir a ayudar, conocer nuestra labor y así nos apoyarían más.
Pero la realidad es que siempre tenemos un miedo: el abandono.
Eran cerca de las 10:00 AM cuando Geiza llegó corriendo asustada: habían tres perros de tamaño de un fox terrier, asustados, ladrando, sin dejar que los tomaran. El mayor temor es que fueran atacados por los demás perros del refugio.
Logramos espantar a los demás, pusimos una jaula, alimento en su interior, y con hambre, los tres ingresaron a la jaula y los atrapamos. ¿y dónde los dejamos ahora? Tuvimos que cambiar perros de un canil para desocuparlo, eran solo dos perros, uno lo cambiamos a la manada del Martín y tuvo buena aceptación. El otro a la manada de “los Chukis” y fue mas complejo pues el macho alfa le pego varias veces hasta que lo sometió (el nuevo quería mandar, pero le fue mal).
En ese canil comenzamos a cuidar de estos tres asustados y desconfiados amigos, dos hembras y un macho. Al cabo de una semana una de las hembras asomó una gran barriga: estaba preñada de término. A los 13 días (el 19 de septiembre) dió a luz 3 cachorritos.
Nuevamente tuvimos problemas: la mamá atacó a sus otros dos amigos para proteger sus cachorros, así que la cambiamos a una jaula amplia para que estuviera tranquila.
Cuando los 3 cachorros estaban ya gorditos y lindos, abriendo sus ojos, otra persona dejó abandonada una camada de 7 cachorros que fue encontrada por una fundación amiga (Callejeros Buscan Hogar). Para ayudarlos y tratar de salvar algunos cachorros de solo dos días de nacido, le pusimos dos cachorros a la perrita parida. Osea ahora tenía 3 hijos biológicos y 2 adoptados los cuales no acepto 100% altiro pero tampoco los rechazó.
Así entonces, por culpa del abandono nuestro refugio aumentó en 8 perros: 3 que nos abandonaron acá en La Pintana, los 3 cachorros que nacieron y 2 cachorros de una camada abandonada en La Granja.