Estaba en el paradero. Asustado, solo, tiritando, con riesgo de ser atropellado, de ser atacado, o de morir de frío y hambre.
Llegó como todos al refugio, temeroso.
Pero le duró muy poco. Tomo energía, ganas, cuerda y se puso juguetón. Su paso por el refugio fue breve, lo justo para que se mejorara y entrar una linda familia que lo adoptó.