Ya ha pasado mucho tiempo desde que llegó “Pomposin” a nuestro refugio (el chivo negro con café), el primer animalito que dice “beeeeee” que recatamos.
El fue encontrado muy pequeño en una bomba de bencina en la ruta 5 sur, por una familia que venía de regreso a Santiago. Tenía unos 4 meses de edad y andaba abandonado a su suerte hace más de una semana junto a otro chivito macho que ya había muerto atropellado.
Muchos asumen que nadie abandonaría un chivo por su valor comercial como carne. Pero lo cierto es que los machos tienen poco valor pues no san leche, de modo que lo que interesa a los productores de quesos es la cabra. Y en el sur dónde se come mas asados de vacunos, chanchos y ovejas, no es de extrañar que un chivo no sea tan apetecido.
Así entonces esta familia lo bautizó como “pomposin” y lo trajo a Santiago, y luego nos contactaron pues ellos no tenían espacio para cuidarlo.
Un año después nos llamaron de un parque por “Salvador”, el chivo blanco. El debe haber tenido unos 6 meses, y un abuelito lo había comprado como mascota. Pero el abuelito falleció y su familia no quería que se lo comieran así que lo llevaron a un parque dónde un guardia lo recibió y al día siguiente, desde el parque nos llamaron a nosotros para ver si lo queríamos.
Así entonces nos quedamos con Pomposin y con Salvador. Comen principalmente alfalfa y pelet de chivos, y además variadas frutas y verduras, y en realidad cualquier planta o arbusto que queda a su alcance pasa susto, y en poco tiempo ya no existe. Son unos verdaderos traga-traga.
Ahora estamos en plan de cambiarlos de lugar a uno más amplio, pues ellos viven con las os ovejas y todos son animales de gran tamaño y que les gusta correr y saltar.
¿la dificultad? conseguir un veterinario para ellos acá en la ciudad, y evitar que Pomposin con sus cachos destruya la cerca cuando quiere comida o agua.